jueves, 2 de mayo de 2013

"La educación como industria del deseo"


Nos encontramos con un libro escrito por Joan Ferres, doctor en ciencias de la información, y que nos habla del papel que cumplen las emociones en las pulsiones humanas. A partir de nuevos descubrimientos neurocientíficos sobre el papel del cerebro emocional en nuestro funcionamiento psíquico, Joan Ferrés explica que los modelos educativos deben asumir estos descubrimientos para conseguir que la educación y el alumnado vuelvan a conectar y se evite el desinterés que él concibe con el nombre de “yamiké”.
Pone especial hincapié en el papel del profesorado, como medio de conexión entre la materia y el alumno, y menciona la incapacidad actual de la figura del profesor para despertar en los alumnos el interés por la cultura y la educación.

En mi opinión, la emoción se traduce en interés. Nosotros no elegimos las cosas que nos interesan, simplemente nace ese interés de una atracción especial que nos viene del interior. Todo lo que surge por interés propio es emocional, en el sentido de, ya que no razonamos nuestros intereses, no hacemos un juicio de valor hacia lo que nos va a interesar, esa pulsión sin razón es una emoción. También existen intereses razonados, pero suelen tener connotaciones negativas o individualistas; e intereses o emociones incitados, como los que suscitan la publicidad o la sociedad.

Por lo tanto, siguiendo la explicación y el ámbito de realización de lo que propone Joan Ferrés, inducir deseo o emoción por parte de los profesores, es persuadir. Joan Ferrés no habla de educar en lo que a los alumnos les emociona o interesa, simplemente quiere que nuestros modelos educativos adquieran diversas técnicas persuasivas con la finalidad de suscitar el interés de los alumnos.

Nuestro problema educativo no radica en que los alumnos no tengan interés. El problema es que no se puede pretender enseñar los mismos contenidos al total de los alumnos. Cada alumno tiene unos intereses y unas facultades. Si permitimos a los estudiantes marcar el camino y hacemos que la figura del profesor se convierta en un precursor de cada facultad individual de los alumnos, conseguiremos alumnado más comprometido y mejor formado.

Hay que reforzar las emociones, no imponerlas.

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